La Escopeta y la Cámara
Es evidente que existen oficios en los que si no tienes verdadera vocación por dedicarte a ellos, ni por asomo te plantearías intentar ganarte la vida con esas profesiones. A nadie se le ocurre plantearse su vida profesional como Sacerdote, Militar o Maestro, por nombrar algunos, si no siente verdadera atracción por la labor y todo ello teniendo en cuenta que además, muchas de estas profesiones, llevan la procesión por dentro. Sin embargo y a razón de la crisis, en los tiempos que corren se le están dando muchas vueltas de tuerca de estos axiomas, por lo que ya no todos valen. Para todo lo demás, digamos que se adapta uno más o menos bien a lo que venga, si con ello nos ganamos dignamente la vida.
Para un Operador de Cámara y un realizador de Vídeo, tener que filmar y realizar reportajes de caza, pesca y naturaleza, sin que sienta verdadera pasión por el campo, o dicho de otro modo, sin que el campo sea santo de su devoción o le produzca alergia, es una verdadera tortura y puede convertirse en una horripilante labor. Levantarse a las 5:00 de la mañana, generalmente en Sábados, Domingos y Festivos, recorrer más de 100 Km. hasta el punto de reunión, sufrir las inclemencias del tiempo; frío, calor extremo, lluvias que calan hasta en el alma y para colmo, interminables caminatas, por terrenos abruptos, cargando con el pesado equipo de filmación y en muchos casos, para bien poco, pues ni la caza ni la pesca son matemáticas, dos más dos igual a cuatro que garanticen el éxito de la jornada y por ende el de la filmación del material suficiente, para poder producir un reportaje decente. Seguimos: llegar a casa a las diez de la noche, rebosando cansancio por los cuatro costados y con la sensación de haber perdido el tiempo y gastado un dinero, que nadie te va a reponer, salvo que trabajes por cuenta ajena, lo que no sucede en la mayoría de los casos. Ingrata labor ¡Pues! Que muchas veces no se ve correspondida en su justa medida, pensarán muchos y en el fondo yo también.
¡Gracias al cielo! Ese no es mi caso, ya que a mí se me podría aplicar la máxima esa de; "Cocinero antes que fraile". Es curioso, como no siendo mi padre, ni ninguno de mis tíos más cercanos aficionados a estas nobles actividades, que se pierden en los orígenes del hombre, tanto mi hermano como yo, hemos desarrollado desde jóvenes una afición sin precedentes conocidos en nuestro apellido. Lo que si le agradezco a mi padre, es que desde bien niños nos enseñó el maravilloso placer y el amor por disfrutar de la naturaleza, llevándonos semanas enteras de acampada, aquellos maravillosos veranos allá por finales de los años setenta y principios de los ochenta, cuando el campo era libre y la acampada también. Hoy en día es prácticamente imposible poder realizarlas fuera de un camping y eso amigos míos, os puedo asegurar que ya no es lo mismo. He de suponer que esto fue el origen de todo, te puede gustar el campo y la naturaleza y no necesariamente la caza deportiva y la pesca, eso es más que asumible, pero es imposible que alguien afirme que le gusta alguna de estas dos actividades, o las dos, si por otro lado manifiesta que no siente el más mínimo interés y gusto el campo. De concluir el desarrollo de estas dos aficiones, ya se encargaron las juntas y las amistades.
Al mundo de los Audiovisuales, llegué por casualidad ¡O quizás no tanto! Siempre me he considerado un espíritu creativo y siempre tuve claro, que personal y profesionalmente, no me llenaría de satisfacción cualquier oficio.
Para sentirme bien conmigo mismo mi actividad profesional tendría que aportarme algo a nivel personal, dejar de algún modo un legado, como un arquitecto, un escultor o un escritor, por nombrar algunos ejemplos. Si no me veía forzado a ello, mi oficio no podría ser para mí un mero medio de ganarme la vida, sin que ello no me aportase algo más. Siempre he buscado en cierto modo sentirme como un arquitecto o un escultor de la imagen. Después de un tiempo realizando esos estupendos reportajes para la BBC ¡Es decir! Bodas, Bautizos y Comuniones, que tan bonitos y entrañables quedan, que una vez entregados al cliente se reúne toda la familia en tarde de Domingo, para visionarlos junto a una taza de café y una bandejita de pastelillos y que luego se pierden en los albores de la estantería acumulando polvo, sin que nadie los vuelva a apreciar, llegó mi oportunidad, quizás por casualidad o porque sí, como muchas otras cosas en la vida, pero llegó.
Todo sucedió hace unos pocos años, cuando teniendo mucho interés por asistir a una montería, que se me barruntaba iba a ser un éxito, me quedé sin puesto. Nunca antes y aún hoy me pregunto algunas veces el porqué, me habría de plantear realizar un reportaje de caza o de pesca, cuando precisamente yo podía participar de mi emocionante afición de ejecutar la acción de cazar y pescar, antes que mezclarlas con mi profesión, entiendan ustedes que no se pueden realizar estas acciones y filmar al mismo tiempo. Estando en estas tesituras y sintiéndome contrariado y abatido, por no haber conseguido un puesto, un buen amigo mío me ofreció la posibilidad de acompañarlo, sin escopeta ¡Por supuesto! Pues ya iban dos armas al puesto, pero por lo menos podría disfrutar de un gran día de campo. Puesto que no podría llevar la escopeta se me ocurrió llevar la cámara de vídeo y por lo menos apuntaría con algo, en este caso con el gran angular de la cámara.
Dos venados y un cochino cobrados en el puesto, más otro venado de que se nos fue a criar, las carreras de las ciervas y los muflones, que no se podían tirar en esta ocasión, más las ladras de las rehalas y para colocar la guinda al pastel, el agarre de una marrana en el pecho de enfrente, dan mucho de sí en un puesto de montería, no me equivoque pues, al intuir que sería un gran día de montería. De regreso a casa y al día siguiente en mi estudio, aprovechando un rato libre, me dije; "Vamos a descargar las imágenes de ayer y ¡A ver! Que tenemos" y mi sorpresa fue mayúscula al comprobar que estaba disfrutando tanto con el visionado de las imágenes filmadas, como el día anterior en el puesto de montería, reconozco que aún me quedaban muchos detalles por pulir y mucho que aprender sobre la filmación de documentales de naturaleza, o de caza y pesca, que vienen a ser lo mismo, pero al menos era un comienzo y con el devenir de los años, he ido aprendiendo trucos y técnicas nuevas y aún hoy considero que me queda mucho por aprender. Una de las características de este oficio y de este mundillo, es que siempre estás aprendiendo y experimentando cosas nuevas.
Un conocido armero de Córdoba, mi ciudad natal y acreditado cazador, me dijo en una ocasión, que como es posible que yo prefiriese la cámara a la escopeta, que en el momento de oír romper el monte en una montería y de comenzar el lance él no podría pensar en otra cosa que en culminarlo y por supuesto lo último sería pensar en una cámara. Yo le respondí que por descontado a mi me pasaba lo mismo, yo disfruto como el que más cazando y pescando, de cada diez veces que voy de caza o de pesca, nueve es con la cámara y una con la escopeta o la caña. La diferencia radica en que yo capturo un lance con la cámara, que generalmente apenas dura unos segundos y en días posteriores lo revivo una y mil veces en mi estudio, adelantándolo, atrasándolo, poniéndolo a cámara lenta, procesando la imagen, cortando y pegando....etc., mientras que para él, que ha culminado ese lance, todo ha transcurrido en pocos segundos y después ya no es más que un vago recuerdo en la memoria.
Salvo que haya contado con mi presencia o la de otro compañero para inmortalizarle el instante, que en ese caso, sí, si que podrá revivir una y otra vez el lance en su reproductor de DVD y mostrarlo en años venideros, porque la cámara no miente, la cámara es muy chivata y todo queda registrado.
Para filmar, realizar y producir documentales de caza y pesca ¡Hay que entender de caza y pesca! Esto es esencial, si a los aficionados quieres brindarles un producto de calidad y sobre todo un producto con el que se sientan identificados. Las mismas habilidades que son exigibles a un cazador o a un pescador, para intuir el lance, el momento, donde localizar las perdices, por donde puede levantarse una pieza, por donde puede tener su escape, cual es el mejor apostadero de una trucha, donde localizar un black bass según la época del año y hora del día etc., esas mismas cualidades, son exigibles a un operador de cámara, para que al igual que el cazador pueda sorprender a la pieza y abatirla, el cámara tiene que sorprenderla igualmente y capturarla con el objetivo en el momento preciso y no desperdiciar la ocasión. A veces es más difícil capturar la pieza y el lance con la cámara, que abatirla con la escopeta y es que filmar caza no es nada fácil, quieran entender ustedes que no lo es y sepan valorar de este modo el trabajo de quién está detrás del objetivo.
Y después del trabajo de campo, viene el trabajo de estudio, para la realización y producción del documental y en esto es también exigible un mínimo de conocimientos cinegéticos, para poder obtener un resultado realista, fiel reflejo de la jornada de caza o pesca, sabiendo ofrecer al aficionado un efecto con el cual se pueda sentir plenamente reconocido. Pienso muchas veces, que en los planes de estudios de las escuelas de audiovisuales, debería estar contemplado el documental de naturaleza, cinegética y pesca, como una asignatura y especialidad en sí misma, aunque me huelo yo, que las cosas están cambiando.
Muchas veces cuando he estado filmando, me han ofrecido coger la escopeta o la caña un rato y mi respuesta ha sido siempre la misma, muchas gracias, pero no se pueden hacer dos cosas al mismo tiempo y aunque me he sentido tentado, por soltar la cámara y coger la escopeta, nunca he sido capaz de hacerlo por pensar que si en ese momento se me presenta el lance de mi vida, lo habré disfrutado enormemente pero no abre conseguido inmortalizarlo y rentabilizarlo en uno de mis reportajes y reconozco en ese caso, que me estaría pesando toda la vida. La cámara y la escopeta no son compatibles, pero si son complementarias y eso es algo que aprendí, hace ya algún tiempo.