Cajas Nido: Pasado y Presente en España

Texto: Miguel Carro.

Fotos: Autor.

Bienvenidos a este pequeño rincón que hoy comenzamos. Como naturalista, me siento orgulloso de que esta web que estáis visitando conceda a la conservación de nuestro entorno la importancia que se merece. Permitidme que haya elegido como primer tema al dirigirme a vosotros un elemento artificial que el hombre ha introducido en nuestros bosques como instrumento para la protección de las aves: las cajas nido. Desde pequeño me fascinó la posibilidad de construir un refugio con mis manos que fuera utilizada por las pequeñas avecillas del bosque para nidificar.  Todos las conocemos, colgadas de los pinos en nuestros paseos por el bosque, en las revistas o en la televisión, pero dejadme que os haga un poco de historia de cómo el uso de las cajas nido ha llegado a nuestros días. 

 

"La naturaleza no es bella sólo en si misma, sino considerada en el papel que el ser humano como especie juega dentro del ecosistema".

Durante miles de años, el hombre ha formado parte de este conjunto, pasando de recolector y carroñero a agricultor, cazador y pescador. Hoy en día, la caza y la pesca continental ya no constituyen un medio de subsistencia, pero forma parte del acervo cultural que hemos heredado durante siglos, generación tras generación. Actualmente, la caza y la pesca representan un sólido puntal para la conservación.....¿para la conservación?. Definitivamente sí. Miles de hectáreas de monte mediterráneo, de estepas, de páramos, kilómetros de cristalinos ríos son protegidos en aras en conservar su riqueza cinegética y piscícola, beneficiando al mismo tiempo a las especies silvestres que en ellos habitan. Por ello, el naturalista debe considerar al cazador y al pescador como aliados en esta lucha continua por la conservación del medio ambiente.

Cuentan que a principios del siglo pasado, en cierta región de Alemania, se colocaron unas decenas de cajas nido para aves en un pequeño bosque de pinos y abetos en una zona que sufría de plagas de orugas que secaban los árboles. En pocos años, el paisaje se tornó desolador de esqueletos de árboles, excepto el bosquecito donde se instalaron las cajas nido, que aparecía verde y frondoso.

Al transcurrir de los años, pocos dan credibilidad a tal historia, quizás demasiado exagerada. Sin embargo a día de hoy nadie duda del efecto beneficioso que la presencia de pájaros insectívoros produce en las masas forestales. La labor constante de predación sobre  larvas, polillas, orugas y un sinfín de pequeños insectos, controla eficazmente las poblaciones de estas criaturas, evitando el daño a las especies arbóreas y elevando la salud ecológica del bosque.

Se cree que los nidales artificiales fueron inventados por el zoólogo alemán Gloger alrededor de 1858. Desde entonces, no ha cambiado mucho el diseño de las cajas. Normalmente son de madera, con un orificio de diámetro variable en el frontal y un mecanismo que permite la apertura de la caja para su inspección y limpieza. En los últimos años, también encontramos de otros materiales: barro cocido, cemento de serrín, pvc, etc.

En España, los primeros nidales artificiales fueron diseñados y construidos por el Servicio de Plagas Forestales del Ministerio de Agricultura en 1968. Se realizaron experiencias piloto con varios modelos de cajas nido en bosques de pino del centro de la península y en encinares adehesados de la provincia de Sevilla. El precursor de esta iniciativa fue el ingeniero de montes D. Pedro Ceballos Jiménez, que junto con su equipo diseñó seis tipos diferentes de cajas nido dirigida a diferentes especies de aves insectívoras (ver fig 1). Se analizó su utilidad y el grado de ocupación de las mismas, y se comprobó que el modelo C era el más utilizado, comenzando su fabricación a gran escala a partir de 1969.

El Servicio de Plagas Forestales encargó la fabricación de las primeras cajas nido modelo C a pequeñas carpinterías de varios pueblos de nuestra geografía. Cada una de éstas  fabricaba diariamente hasta 200 cajas nido de forma completamente artesanal. Empleando a hombres y mujeres del pueblo, unos se dedicaban a cortar la madera, otros a clavar los clavos, otros a pintar las cajas, etc. permitiendo la generación de empleo en el medio rural. El material utilizado era madera de pino de 12mm de espesor.

La caja, una vez construida, se sumergía en una sustancia denominada creosota (la misma que se utilizaba en las conocidas traviesas de ferrocarril) y que permitía que la caja se conservara a la intemperie durante años sin pudrirse (yo mismo he hallado en la provincia de Huelva cajas nido colocadas en 1970 en bosques de pino piñonero en un estado aceptable después de 43 años sometidas a los rigores del clima). Una vez tratada con creosota, las cajas nido se pintaban de diferentes colores (blanco, amarillo, verde y rojo principalmente), y se almacenaban en las naves de la carpintería hasta que un camión del Ministerio de Agricultura las cargaba con dirección a las diferentes masas forestales españolas para su colocación. 

           

Las cajas nido se identificaban por serigrafía en un lateral con el siguiente texto: “Ministerio de Agricultura. Dirección General de Montes, Caza y Pesca Fluvial. Servicio de Plagas Forestales. PROTECCIÓN DE AVES INSECTIVORAS”. Se colocaban principalmente en Montes Públicos gestionados por el Ministerio de Agricultura, a razón de unas cinco cajas por hectárea, con una separación entre ellas tal que evitaba problemas territoriales entre parejas reproductoras.

En 1971, se estima que el Servicio de Plagas forestales había colocado más de 700.000 cajas nido por todo el país, en una campaña que perduraría después con la creación del Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) en ese mismo año.El ICONA continuaría con esta iniciativa, extendiendo la conciencia de protección de las aves insectívoras a los ciudadanos. Se organizaron cientos de talleres de construcción de nidales en los campamentos para niños que se organizaban en las áreas recreativas de los montes públicos.

Se distribuyeron de forma gratuita miles de cajas a los particulares que las solicitaban, y se editaron manuales y posters de divulgación (fig. 3). Asimismo, se diseñaron cajas nido para su uso por parte de otros grandes insectívoros: los murciélagos, que se colocaron igualmente en los bosques de nuestro país.El ICONA dejó paso en 1991 a la Dirección General para la Conservación de la Naturaleza, y ésta a los departamentos de medio ambiente de las diferentes Comunidades Autónomas, la mayoría de las cuales construyeron y diseñaron cajas nido para su uso en los respectivos territorios.

 Hoy en día la iniciativa pública para el empleo de nidales artificiales en la conservación de las aves ha perdido fuerza en beneficio de la  privada. Asociaciones conservacionistas, colegios, grupos juveniles y particulares continúan esta encomiable labor que tantos beneficios ha dado al reforzamiento de las poblaciones de insectívoras  en España. Aún estamos lejos de alcanzar la conciencia conservacionista del ciudadano anglosajón o centroeuropeo, cuyos jardines sirven de entorno a cajas nido y comederos de forma generalizada, pero entre todos debemos hacer el esfuerzo divulgador y educativo  a las nuevas generaciones. Erradiquemos la imagen del pajarito frito y permitamos que nuestros hijos disfruten de su bella presencia, de sus cantos y sonidos y de esa labor constante y beneficiosa del control de las plagas de nuestros bosques.

 

 

Escribir un comentario

Código de seguridad
Refescar