El Ganchero del Béjar

Texto: Juan de Dios Bonilla.

Fotos: Archivo y Autor.

Evidentemente es muy posible que este título no le sugiera nada a casi nadie, de hecho lo verán más bien extraño, chocante, no obstante mucho más adelante entenderán perfectamente el por qué de este extravagante título, que aparentemente se insinúa fuera de lugar. Soy plenamente consciente que en el mundo de la pesca y en concreto en el de la trucha mucho más, me queda aún mucho por aprender y por ver. De hecho no conozco demasiado de su pesca allá por la mitad norte peninsular, ni de lo que se podría denominar pesca de alta montaña y no es que no entre todo esto dentro en mis planes ¡No! Si no más bien que por ahora se halla en fase de proyecto, ralentizado por la falta de tiempo y sobre todo de fuente de financiación, en estos fatídicos tiempos que nos están tocando vivir. Pero al menos sí creía haberlo visto todo, o casi todo y conocer profundamente la pesca de la trucha, en lo referente a la provincia de Jaén y su situación actual, que es por la que asiduamente proliferan mis expediciones de pesca, desde hace ya más de una década y desde hace unos años con el Club de Pesca Deportiva Sierra Sur de Jaén.

¡Incauto de mí! Por pensar y realizar estas cándidas aseveraciones, nunca se puede afirmar que se sabe todo o que se ha visto todo, como mucho pudiéramos dejarlo en un ¡Casi todo! Y ahí vamos servidos. Cuando a mediados de Febrero recibí por correo mi tarjeta federativa anual y el calendario de salidas propuestas para  la temporada 2010. Rápidamente escudriñe las nueve salidas programadas en la modalidad de “Salmónidos al Lance” Que dicho sea de paso, es lo que más me gusta, llamándome poderosamente la atención la salida programada para el día dos de Mayo al Coto de Béjar, en el término municipal de Quesada y del que nunca había oído hablar, así puestos me dirigí con presteza a localizar el río Béjar en el mapa y de igual modo información sobre el coto en Internet.

No es mucha la información sobre este coto, que lleva poco tiempo funcionando como tal, la que circula por Internet, alguna que otra foto de concursos sociales celebrados allí por el club de pesca local y poco más, en realidad nada que hiciera presagiar o que indicara fehacientemente, lo que en realidad me iba a encontrar allí. Paradójicamente encontré más información en la orden de vedas 2010, que en cualquier otro lugar y cito textualmente lo que en ella aparece sobre este coto: 

 

*Denominación: Béjar.

Término municipal: Quesada.

Límite superior: Límite Río Béjar con el P.N. de Cazorla, Segura y Las Villas.

Límite inferior: Junta de los ríos.

Especie: Trucha Arco-Iris.

Régimen: Baja Montaña.

Período hábil: Tercer Domingo de marzo al 31 de agosto.

Cebos: artificiales autorizados, masilla y cereales.

Cupo capturas: 8 truchas Arco-Iris.

He recalcado lo de Régimen: Baja Montaña, porque quizás en esto radique la esencia de este escenario, ya que personalmente no sé lo que entenderán ustedes por baja montaña, pero desde luego un servidor entiende otra cosa y también más adelante entenderán, valga la redundancia, porqué les digo todo esto. El caso es que como siempre el lugar de encuentro para la salida programada del club; 6,30 horas y en la glorieta de “La Alcantarilla” (Jaén) Teniendo en cuenta que yo me desplazo desde Córdoba, generalmente mi hora de aterrizaje suele producirse alrededor de las 7,00 horas y además suelo llegar el último, para variar. Si no fuese por la afición, ni yo mismo entendería cómo es posible que me levante un Domingo a las 4,30 de la madrugada y regrese a casa sobre las 22,00 horas de la noche y no en pocas ocasiones con la cesta medio bacía, o como se dice en el argot; "casi bolo". En definitiva, la cuestión era salir todos juntos, pues la hora y cuarto de caravana en carretera no nos la quitaba nadie y nadie del grupo de salida había pescado antes este “Teatro de Operaciones” ni con ocía el camino exacto desde la localidad de Quesada, al inicio del acotado. Al llegar a Quesada nos esperaba un pintoresco parroquiano, que aún no me ha quedado claro de quien se trataba, pero fuese quien quiera que fuese, guió el convoy de vehículos por estrechas y polvorientos sendas, con su versátil Nissan Patrol modelo 1.985, tan común y popular por esta comarca agrícola, como el ya mítico y también dejado de fabricar Land Rover Santana, en cabeza de pelotón hasta la principio del acotado, situado más o menos próximo al señorial y abandonado “Cortijo de Béjar” Desde donde debíamos iniciar nuestra pequeña gran odisea personal, en busca de alguna que otra Arco Iris que anotar en la cuenta particular de cada pescador.

Así comenzó y de ¡Qué modo! La “Operación Especial; Rastreo del Béjar” En la que nos habíamos alistado nueve osados miembros del club. Los “Informes de Inteligencia” Que habían circulado durante los días previos en la Web y foro del club, ya advertían sobre la situación de este escenario y no es que no fuesen ciertos, que sí que lo eran, es que más bien se podría decir que se habían quedado cortos. Partiendo del cortijo Béjar en sentido descendente, el río conforma una profunda y encañonada garganta, que cuenta con tan solo dos o tres accesos, una vez abajo la única posibilidad de pescar consiste en, calzado de botas altas o enfundado en vadeador, desarrollar la acción de pesca introducido en el propio río recorriéndolo de arriba abajo.

¡Madre del Amor Hermoso! ¿Y esto es un coto de Trucha Arco Iris? Si la primera pregunta que se hace el pescador es: ¿Por donde realizan las repoblaciones? ¿Cómo entra aquí el camión cuba? Supongo que bajaran a lomos de “Cabra” porqué no creo que las lancen al río desde esta altura, que lo más normal es que se queden trabadas en la copa de la bóveda que forma esta vegetación, que no deja ver el río si no es a “Salto de Mata”. A todo esto hay que sumarle la especial circunstancia de que los únicos accesos que existen, tal y como he mencionado anteriormente, consisten en dos o tres veredas excavadas en la roca, de no más de 30 o 40 cm. De ancho, que discurren en zigzags hasta el lecho del río y que alcanzan, en algunos puntos pendientes de casi un 35 por ciento y con piedra suelta. Por tanto más que coto de “Baja Montaña” yo lo calificaría como coto de “Infra-Baja Montaña” o de “Soterrada Montaña”.

https://www.youtube.com/watch?v=jt14V2vf1ss

Teniendo en cuenta mi oronda configuración física y el hecho de mi propensión al vértigo, esta zona de gargantas, barrancos y quebradas, quedaba descartada para mí. De ello da buena fe el testimonio gráfico adjunto al presente relato. Decidido pues que solo pescaría la zona superior, comenzó otra quimera, que fue la de conseguir progresar río arriba entre tan intrincada y enmarañada vegetación. Andaba yo en estos menesteres de ¡A ver! Por donde empiezo a intentar tan siquiera mojar el señuelo un rato, cuando sorpresivamente apareció un nativo del lugar, atronando el entorno con su  ciclomotor de 50 cc. por supuesto sin silenciador o con el silencioso casi estropeado. Paró el motor, aparco a un lado del estrecho camino y se acercó a mí pausadamente y liándose un pitillo de esos que como antaño, ahora están tan de moda por aquello de la crisis y del precio que ha alcanzado el tabaco. Era un muchacho de unos 20 o 22 años, de complexión delgada, estatura media, pelo corto de color castaño, barbilampiño y con semblante, de llevar tres o cuatro días peleado con la maquinilla de afeitar, portando una camiseta deportiva de manga corta, con una riñonera ceñida a la cintura y por debajo de esta unas bermudas. Calzaba viejas y raídas zapatillas deportivas, rematadas por los tobillos con sus correspondientes calcetines de algodón en color blanco indefinido,  todo ello como mandan los cánones. Aquel muchacho me dirigió una afable mirada y me dijo; – Buenos días Jefe ¡Que! ¿Cómo va la cosa?Pues mal ¡Hijo! Aquí intentando a ver por dónde puedo empezar a pescar - ¡Sí! es verdad, es que este río es muy complicado de pescar y como hay tanta vegetación……, pero salen buenas truchas, jefe ¡No lo dude! Lo dicho, que haya suerte ¡Jefe! - Gracias, eso espero, que haya suerte pero ¡Ya veremos! No lo tengo del todo muy claro.

De momento ahí quedo la conversación, pero diez minutos más tarde aproximadamente, se volvió a acercar a mí, apresurado y veloz y me dijo; - ¡Jefe, Jefe! Venga usted corriendo y mire donde hay dos buenas truchas - Aunque no lo conocía de nada y tampoco es que tuviese nada que perder, visto lo visto y dadas las circunstancias, decidí hacerle caso y acompañarlo hasta el lugar donde me indicaba. Salí lo más raudo y me apresuré todo lo que mi ceñido vadeador me permitió y desde lo alto de un montículo, junto al camino que cruza por debajo del cortijo Béjar, antes de que el río empiece a encañonar a lo bestia, me señaló hacia un hueco que entre la vegetación se vislumbraba, justo una zona de clara y cristalina agua pero con grandes reverberaciones de corriente, todo ello alrededor de unos dos metros por debajo de nuestros pies. Para ser sinceros, yo no veía nada - ¿No las ve Jefe? Son dos buenas truchas - ¡Pues no, no las veo! Y eso que llevó las gafas polarizadas puestas - Por supuesto él no llevaba gafas ni polarizadas, ni de ningún otro tipo Si están ahí mismo ¡Jefe! - ¡Espera, espera! – le dije yo - Que se mueven, que vuelven a colocarse en su posición de apostadas, ahora sí que las he visto, ya sé donde están ¡Joder! Si tienes razón, si están ahí mismo Desde luego como se nota que el feligrés era de la zona y que conocía perfectamente el río, a pesar de sus reiteradas afirmaciones, de no ser pescador deportivo.

Llegados a este punto quizás sería recomendable hacer un pequeño inciso y explicar que es y en qué consiste un “Ganchero” y de este modo entender el título de este relato, pues soy consciente que en la vertiente sur peninsular son muchos los que desconocen, en qué consiste exactamente un ganchero.

Ganchero es uno de esos oficios derivados del mundo de la pesca, de igual modo que existen otros muchos oficios ocasionales, derivados del mundo de la caza, tales como: Realero, Postor o Secretario, en relación a la Caza Mayor y en concreto a la tradicional “Montería Española”. O como el de Ojeador referido a la Caza Menor y a nuestros también tradicionales “Ojeos de Perdiz Española”. Ganchero se podría definir como ese otro oficio ocasional del mundo de la pesca, adscrito principalmente a “La pesca del Salmón”. El Ganchero era y es el natural de la zona, profundo conocedor del río y de su estado salmonero en cada momento de la temporada, desde el inicio del remonte de los salmones, hasta el momento de su regreso al mar tras el desove anual. Los servicios del ganchero eran y son contratados, para localizar a los salmones en sus pozas de descanso durante el tiempo de remonte o de regreso al mar, según el día y el avance de la temporada. El ganchero es quien acompaña durante todos esos días de la temporada en los que han sido contratados sus servicios a un pescador, o grupo de pescadores, decide que pozas o poza se van a pescar ese día, que señuelo o cebo utilizar hoy y ayudar y auxiliar al pescador durante toda la jornada. Entre otras labores es principalmente el encargado de meter en  la sacadera al salmón, tras el duro combate entre este y su cliente el pescador, o “Pagano” (Derivado de “El que Paga”) Como lo denominan ellos en su argot profesional. Antiguamente los perchaba con “El Gancho” de ahí deriva el sustantivo “Ganchero” actualmente esto está totalmente prohibido y por eso se sustituye el "Gancho" por la "Sacadera". En el pasado el oficio de ganchero ha salvado del hambre a muchas familias, ha sido un complemento económico muy importante para muchos pueblos de la cornisa cantábrica y gallega, en esas comarcas salmoneras por excelencia. Gancheros famosos ha habido y hay muchos y profesionalmente han sido muy valorados y bien pagados por los pescadores de salmón. Baste citar tan solo en la cuenca del Narcea y en la localidad de Cornellana, simplemente y por poner un ejemplo que me venga ahora mismo a la memoria a: “El Henry”, “Pepín Bandera”, “Marinín” el de Láneo, “Davichín”, etc. todos ellos en activo y reconocidos gancheros de prestigio. 

 De tiempos pasados podemos citar como ejemplo a Don José Manso “El Lindrín” Guarda Mayor Del Mandeo, El Ulla y El Eume, antiguos ríos salmoneros gallegos, en los que actualmente y por desgracia se halla casi extinto el “Rey del Río”. Don José Manso era el Ganchero personal que guiaba al anterior Jefe del Estado Español. Un Jefe de Estado y un Estado que forman parte ya de la historia de España y así debe de seguir siendo. En una entrevista  realizada por Pablo González, para “La Voz de Galicia” y publicada el 12-11-2000, el ex-guarda José Manso Vázquez que asesoró y acompañó a Franco en sus largas jornadas de caña y sedal en los ríos gallegos, afirmaba a sus 80 años de edad, lo siguiente: - Jamás le amarraban los peces ni soltaban camionadas de salmones ¡Eso es mentira! Lo que sí es verdad es que quince días antes de que el anterior Jefe de Estado se asomara a los recodos, en el río no pescaba nadie. Nos llamaba el Ingeniero y acotábamos la zona del río donde iba a pescar ¡Hombre! si yo voy a un río donde nadie echó la cucharilla en quince días, no le digo lo que pesco; los salmones están tranquilos y no están avisados. – Continuando con nuestra historia principal y vista la situación de este extravagante río, que es El Béjar, de lo primero que tomé rápidamente conciencia, es de las técnicas que sería imposible poner en práctica para la pesca de la trucha.

La pesca a mosca descartada, pues aun encontrándose uno enfundado en un vadeador y en medio del río, las zarzas, ramas y demás maraña de vegetación imposibilitaban el lance, ya se hacía difícil manejar un a caña de 1,80 m. imagínense ustedes una de 2,20 m. que es lo que suelen medir habitualmente las cañas de cola de rata. La cucharilla como no fuese con una pequeña caña de lance en ballesta y aun así, tengo mis dudas. Posiblemente hubiese sido efectiva la técnica del varal, pero sinceramente, yo no la he visto utilizar a nadie en la vertiente sur peninsular, ni tampoco he oído que se utilice con la trucha arco iris, pero igual estoy equivocado ¡Vaya usted a saber! Por tanto me decanté por una pequeña técnica, que yo pensaba que era casi de mi invención y derivada del “Drof-Shot”. Que consiste en colocar un plomo de Drof-Shot al final de la línea principal y uno o dos cordales partiendo de esa misma línea principal, de algo más de grosor que esta y de no más de una cuarta de longitud, que posibilitaban más que el lanzado en sí, depositar el engaño en el lugar deseado, tensar línea en la corriente y esperar la picada.

Con respecto al señuelo a utilizar, ya es algo a gusto del consumidor, desde ninfas y ahogadas, hasta la famosa masilla naranja, pasando por las imitaciones de huevas y de larvas de insecto en vinilo, aromatizadas y con feromonas. El tema es que se moviesen con soltura en las corrientes y fuesen bien visibles. Por tanto deposité como mejor pude entre la maraña de vegetación el engaño, un poco por encima de los dos buenos ejemplares que se apostaban en la corriente y tense línea, dando comienzo así a mi pequeña peripecia. Trascurridos unos minutos el improvisado ganchero comenzó a susurrar: ¡Jefe, Jefe! Ahí un poco más a la derecha, ahí está bien colocado ¡Jefe, Jefe! Aguante, aguante, que ya se menea una, que está rondando el señuelo, muévalo un poco que lo vea bien ¡Ya, ya esta, ya le ha entrado! Ahora Jefe ahora, clave rápido ¡Eso es muyyyy bieeeennn, ya la tiene Jefe! En hora buena – Y vaya si la tenía y bien clavada, una bonita Arco iris de casi 600 g. de peso y hasta el corvejón como vulgarmente se suele decir y todo ello gracias a mi amigo el ganchero del Béjar. Pero para desgracia mía al echar mano me di cuenta de un pequeño gran detalle - ¡La sacadera! ¿Dónde Cojones está la sacadera? ¡Ditaseaaa! En el coche, me la he dejado en el coche, pero que no cunda el pánico, que el coche está a escasos 25 m. ¡Escucha amigo! Mira sostén la caña y aguántamela un momento que voy corriendo por la sacadera al coche No hay problema Jefe yo aguanto aquí.

Corriendo como pude llegué al coche y rápidamente agarré la sacadera del maletero, pero no la de mano para truchas, sino la grande, la telescópica para ciprínidos, que al fin de cuentas había que elevarla casi dos metros. Pero por más prisa que me di ¡Mi gozo en un pozo! O en una poza, como en este caso, la robusta y combativa arco iris había partido la línea principal. Me sentí absolutamente desolado, tanto esfuerzo para nada y sobre todo por mi ganchero, tanto arresto y tan buena labor por su parte, todo echado por tierra. En esa aciaga sensación y como en estado de trance sin saber reaccionar me encontraba yo, cuando de repente el ganchero dijo: - ¡Jefe mire! Que no está todo perdido, traiga usted la sacadera, que en la rotura y con la briega, la línea se ha trabado en una zarza y la trucha está ahí, peleando a brazo partido, ver si se suelta, pero no lo consigue, esa trucha la saco yo – y ni corto ni perezoso se despojó de zapatillas y calcetines, agarró la sacadera, se escurrió entre la espesa vegetación y con el agua casi hasta la cintura, logro colocar la sacadera bajo la trucha y extraerla del río. La alegría que me invadió fue inmensa, hasta la fecha jamás había vivido un lance semejante, al principio no fui consciente de ello, pero más adelante me di cuenta de la verdadera faena de “Dos Orejas y Rabo” de la que había sido co-protagonista y testigo. Durante una hora más seguimos pescando juntos, sin mucho más resultado que otra trucha y otra rotura más de la línea, esta vez sin posibilidad de recuperar captura, pues esta se escurrió río abajo, como alma que persigue el Diablo. Nos despedimos tras este segundo fiasco, agradeciéndole los servicios prestados de forma tan amable y altruista. Para entonces decidí cambiar un poco de técnica y a trucha vista, cambiar el montaje de Drof-Shot por el de buldó con bajo de línea plomado, midiendo fondo para conseguir derivar el señuelo a no más de 5 dedos del fondo y en lugar de lanzar en abanico, como generalmente suelo hacer con esta técnica, dejar derivar buldó y señuelo corriente abajo con el pik-up del carrete abierto, el puntero de la caña bajo y sujetando y soltando línea con la otra mano. Esta nueva técnica me proporcionó una picada fallida que no fui capaz de clavar y una tercera rotura de la línea con otra buena trucha.

Algo raro estaba pasando, esto no era normal, tres roturas en un monofilamento de 0,22 mm. de alta calidad, que el mes anterior en el intensivo de “Hondo del Río” (Albacete) me había proporcionado capturas de hasta 1,220 Kg. de robusta Arco iris sin problemas. Analizando la situación y tras cambio de impresiones con los compañeros me di perfecta cuenta de lo que estaba pasando. La línea se rompía tras 40 o 60 segundos de pelea, por la altísima fricción a la que estaba siendo sometida, por las rocas, ramas y zarzas de este río. De todo esto se desprende que para pescar el Béjar, se impone la utilización de líneas de alta calidad y gran resistencia a la fricción, de lo contrario ya sabemos a lo que estamos expuestos. Los pecadores locales suelen pescar en corto, introducidos en el río y utilizando cebos permitidos como señuelo, acercándose sigilosamente a trucha vista y colocándoles el cebo casi en las narices, clavando rápidamente y extrayendo la trucha del río en décimas de segundo, pero eso ¡Amigos míos! No es mi estilo, reconozco que así se minimiza el efecto fricción al máximo, pero por el contrario no se disfruta del lance ni de la pelea con la captura, que personalmente pienso que es el mayor de los encantos que tiene la pesca, lo otro, no es disfrutar de la pesca, es un “Aquí te pillo aquí te mato” que no va conmigo. 

A las tres de la tarde sonó el pistoletazo para que saliéramos del río y todos juntos, almorzar de las viandas que cada uno había traído en su talega. El resultado de capturas más generalizado fue de una o ninguna, a excepción de Sebastián Jiménez que consiguió 3 capturas y de Carlos Hernández que hizo su cupo de 8 capturas, pero esté, que llegó el último y por su cuenta y se marchó el primero a eso de las 13,30 horas, con el que casi que no pude hablar, tan solo para enterarme por propias palabras suyas, que el cebo que mejor resultado le dio fue el maíz, después la masilla naranja, seguido por último de las imitaciones de gusanos, ya conocía bien este coto. En cuanto al que yo utilicé, eso es argumento para otra historia, que en su momento ya les contaré. Lo que sí es cierto, es que si bien en principio me pareció un entrono infernal para la pesca, al que yo mismo me prometí no volver, por la noche y ya en casa, me di cuenta que supone todo un gran reto extraerle una trucha en condiciones a este insólito río y yo en esto de la pesca de la trucha siempre estoy dispuesto a aceptar retos personales, que en definitiva son los que llenan de satisfacción al pescador y llenan también su álbum de los recuerdos. Lo que si les puedo garantizar es que no será pescando en corto, si no utilizando el mejor monofilamento de 0,22 mm que exista en el mercado y el más resistente a la fricción, que se pueda adquirir. Así sucedió así se lo he contado y así se lo he querido hacer saber a todos ustedes, ya no me resta nada más que despedirme, no sin antes desearles como siempre ¡BUENA PESCA A TODOS!

"Lo que hace excepcional a la Pesca Deportiva, muchas veces no es lo que Pescas en sí, si no cómo y con quién compartes la acción de pescar en sí misma".

 

 

 

*NOTA: El coto del Béjar, actualmente no existe, en el año 2.013 la Junta de Andalucía lo dio de baja, continuando con su Infame, Ignominiosa y Estulta política, de cargarse la Trucha Arco Iris y su pesca deportiva en esta comunidad.

 

 

 

 

 

 

 

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