CUESTIONANDO LAS ESTRELLAS
Tengo para mí que esto de la perdigonada de las escopetas de caza tiene tantas variables como estrellas el firmamento, pues en la mayor o menor apertura de los disparos intervienen tantos factores que no es descabellado pensar en el azar como uno de ellos. En puridad, para su análisis deberíamos acudir a un método “ceteris paribus”, muy propio de los economistas, que para estudiar el efecto de una variable, han de mantener constantes las demás que intervienen en una determinada situación. Método engañoso donde los haya pues tanto en la economía, como en los disparos de las escopetas de caza o tiro, intervienen tantas variables de manera simultánea que volverían loco al matemático más ducho en resolver ecuaciones de muchas incógnitas.
Cuando accionamos el gatillo, intervienen tal número de circunstancias en el resultado que inevitablemente tornan cuando menos cuestionable cualquier conclusión final. Pienso en los choques, en la longitud del cañón, en las pequeñas imperfecciones que éste pueda tener en su forjado, en la pólvora utilizada, en el taco – sobre todo en el taco- en el tamaño y gramaje de los perdigones, en el cierre del cartucho, en la temperatura, en….
Muchas veces pensamos que llevamos la combinación perfecta para una determinada distancia y nos salen tiros que claramente desmontan nuestra idea inicial. Y para muestra un botón. En el vídeo que podéis ver más abajo, comprobaréis el efecto de un disparo de mi vieja Schilling, modelo “Jabalí” del calibre 16, fabricada a finales de los años 20 del siglo pasado. Esta escopeta, que recientemente fue restaurada por las sabias manos del maestro armero “El Niño Paula”, tiene un cañón de 68cm y un choque en el cañón derecho de cuatro estrellas abiertas (no recuerdo el número exacto de décimas), pues bien, por el polvo que levanta y por el efecto del disparo, parece que estoy tirando con una estrella cuando abato este conejo que estaría a unos 20 metros de mi posición. El cartucho utilizado es un Armusa de 7ª con taco de fieltro, pensado para tiros más cercanos que largos, ya que por el material y diseño de su taco, la plomada debería adaptarse al choque de la escopeta. Pues no.
Digo yo, si las meigas también intervendrán en este proceso, abriendo, cerrando o haciendo irregular una plomada según sean los pecados que el conejo en cuestión haya o no de purgar… No sé, haberlas, haylas.
Luis García